LIGA 2005 - 3ª JORNADA: Alexandre Bóveda 2,5 - ExA 3,5

'Pos eso', que el ambiente no era derrotista, lo cual es de agradecer, porque durante la semana nos volvimos locos a la hora de planificar el encuentro. Bóveda es un rival contra el que la preparación es complicada por las múltiples variantes de alineación que tiene; sin embargo, nos acercamos bastante con el pronóstico y quizás eso contribuyó a tranquilizarnos. La verdad es que tranquilidad nos sobró a la hora de llegar a la sede del contrario, debido a que nuestro servicio de información estuvo en su línea y nos envió a una dirección incorrecta. El intento de justificarnos con el reciente cambio de sede de Bóveda no funcionó, ya que ninguno fue capaz de colar el "C/Olmos, 16-18, 1º, justo encima del bar Otero", que recibimos previamente, como indicación ambigua. Ni el del pulpo del Scattergories. Nuestra única justificación fue que ver llegar a Manolo con un Aquarius en un neceser rojo, y encima pedirse un poleo a la hora del café, provocó el evidente paralís colectivo durante unos minutillos... (hay fotos del acontecimiento)

En fin, la caballerosidad de nuestros rivales -o el darnos ya como caso perdido en lo de la puntualidad, que también sería lógico- les hizo esperar amablemente, y unos minutos después de las 5 comenzamos la batalla. Desde las primeras jugadas se vio que el match iba a ser a cara de perro y seguramente cercano al empate; si por una parte la posición de Tomás contra Fernando de la Fuente ya era prometedora en la apertura, en la otra punta del tablón Alfonso, a cambio de colilla de más, concedía a Chisco Iglesias una amenazadora iniciativa, y Manolo comenzaba a sufrir con peón de menos ante Jorge R. Guillén. Entre tanto, el general Antonio -ya le ha quedado el alias al pobre- enfrentaba una extraña variante secundaria de Xosé Larrosa, Fran y Otero discutían sobre la teoría de la Sveshnikov, y César Beade y yo nos dedicábamos a una tranquila Catalana.

Poco a poco fueron quedando claras algunas cosas: que no era el día de Fernando, mientras Tomás clamaba vendetta por sus dos derrotas precedentes; que Antonio estaba inspirado y dispuesto a armársela a un jugador tan extraordinario como Xosé; que Alfonso iba a sufrir muchísimo mientras que Manolo tendría chances de tablas por la presencia de alfiles de distinto color; que Fran iba a enfrentar un final ligeramente superior en el que intentaría acumular pequeñas ventajas para sacar algo positivo; y que mi partida iba a ganar el premio al mayor tostón de la tarde, según los ronquidos de público y ovejas presentes.

Las partidas comenzaron a decidirse: el primero en acabar fue Tomás, que en buen estilo forzaba el abandono de su rival explotando su ventaja de desarrollo. Un ratito después, Alfonso tenía que entregar la cuchara, pues pese a algunas imprecisiones de Chisco, el material que hubo que soltar por el camino para salir medianamente vivo se hizo decisivo. Y, tan sólo unos minutos más tarde, Beade decidió que sus posibilidades de ganar eran pequeñas y que no justificaban el riesgo de un más que probable apuro (hay que decir que, por lo visto en un somero análisis, esta decisión no nos perjudicó para nada...).

Quedaban tres partidas, que se hicieron esperar un rato más: finalmente Fran, aceptando que su ventaja había pasado a mejor vida, hacía tablas por repetición de jugadas y se ahorraba posibles sufrimientos futuros. Poco después llegaban las tablas de Manolo con Jorge, luchadas y difíciles, y la suerte del match se encomendaba al primer tablero, donde Antonio había forzado la entrega de la dama de Xosé, so pena de caer bajo ataque de mate. Sin embargo, el desenlace de esta partida iba a ser rocambolesco y electrizante: en un final de dama contra dos torres, pero con varios peones de propina, el tiempo comenzó a hacer de las suyas, y Antonio no encontró el camino más sencillo hacia la victoria. La enorme labor defensiva de Xosé pudo darle un fruto inesperado para todos, cuando, con unos segundos por jugada, nuestro primer tablero cometía un error terrible, poniendo delante de Larrosa la oportunidad de ganar su dama y con ella la partida. Sin embargo, la continuación ganadora sólo la advirtieron ambos una jugada después; el impacto fue tan grande que, a la jugada siguiente, Xosé ponía una de sus torres en prise y la partida caía de nuestro lado. Todo un monumento al diabólico ritmo este y a la Cafinitrina.

Bueno, pues llegamos al parón carnavalero y cambiaremos tableros y piezas por lacones y filloas, que tampoco sientan nada mal. Esperemos que a la vuelta todavía nos acordemos de esto de moverlas, porque la Liga está que arde y se aproximan las 'etapas alpinas'...