LIGA 2005 -- 5ª JORNADA: ExA 2'5 - Universidad de Santiago 3'5

Como decía el amigo Jack, vayamos por partes: el equipo afrontaba el segundo de sus rivales 'galácticos' con la moral alta después del prometedor inicio de temporada. Este año la alineación del CDU era más previsible que otras temporadas (y menos inasequible) por las bajas de sus dos primeros tableros, y armados de confianza nos pusimos a la batalla, no sin antes vivir la entrada apoteósica de uno de nuestros jugadores. No está claro si la misma hizo dar aleluyas o poner cirios a algún santo, pero indiferente no dejó a nadie...

Una vez metidos en harina, comenzamos a ver que el encuentro no pintaba mal: Antonio Magno, que lo de general se le queda pequeño y lo de generalísimo como que no procede, le mostraba su talante ofensivo desde el mismo comienzo a Pablo Melgar, mientras a su lado Tomás concedía una duradera pero mínima ventaja a Roberto Patiño. En los tableros intermedios, Tomás Corona me planteaba una Pirc, con mi consiguiente recelo: ¿preparación o casualidad? Como media Galicia sabe de mi gusto por jugarla con blancas y los delicados comentarios que suelo hacer sobre su bondad, la posibilidad del 'escollo submarino' me hizo estar bastante mosqui en las primeras jugadas, pero enseguida conseguí una posición muy sana, llena de golpes tácticos, y el balance de la apertura fue positivo.

A mi lado, Fran demostraba que su Dragón no teme ni siquiera a los teóricos más recalcitrantes, como lo es Fernando Sánchez, y se metía en un terrible follón (lo que, como todos sabemos, rima muy bien con Dragón...). Los problemas de tiempo parecían una de sus mayores preocupaciones en esta primera fase. En los tableros 5 y 6, Manolo apretaba todo lo que podía un nudo Maroczy contra José Luis Veiga, mientras Alfonso quedaba en posición bastante inferior contra Dan Cruz y se preparaba para resistir numantinamente.

Hacia la mitad de la ronda, las cosas no podían ir mejor para nuestros intereses: Antonio Magno ya había sumado el 1-0 (¡y de qué manera!), en un alarde de energía y confianza que galvanizó a todo el equipo y pareció tener un efecto liberador, algo así como Mel Gibson arengando a sus chicos en Braveheart -aunque sin la cara pintada, que el Magno es una persona seria (o algo así) -.

Bueno, el caso es que Tomás neutralizó la ventaja de Patiño y enseguida firmaron el empate; Fran rechazaba el ataque de Fer para quedarse en un final de más que probables tablas; Manolo seguía buscando la manera de penetrar en la posición de Goy, al que lastraba un 'd6' bastante débil; y yo iba consolidando poquito a poco un peón de más contra Corona, con la duda de si bastaría para ganar. La posición de Alfonso, a pesar de su aguante, no ofrecía más esperanzas que las de una aparición divina, que al final no se produjo, y se vio forzado a abandonar poco después.

Con empate a punto y medio, quedaban tres partidas, de las cuales la mía era la que ofrecía más posibilidades de victoria, y Fran y Manolo estaban, como diría el castizo, mareando la perdiz, ambos con posiciones de probables tablas pero donde ellos tenían la pequeña ventaja. Y en ese momento aconteció el terremoto: las perdices decidieron picar en el ojo a los mareadores, o bien los nuestros se desorientaron en medio de las vueltas; el caso es que Manolo terminaba y el pulgar hacia abajo de Óscar nos daba a Fran y a mí la mala noticia, y pocos minutos después, Fran se daba la mano con Fernando. Cuando miré al tablero para confirmar las tablas, el rey de Fran estaba inclinado sobre el tablero... Dos inesperados ceros que sentenciaban el match y provocaban mis gestos de incredulidad, que luego serían objeto del correspondiente cachondeo.

Aún así, ganar mi partida nos daba un resultado muy aceptable. La parte buena eran mis dos peones de más en el final; la parte mala era que la victoria era dudosa por estar doblados, aparte de que llevaba un montón de jugadas con menos de dos minutos en el reloj torturador de las narices. Afortunadamente, un error de mi rival permitió sentenciar la partida antes de cometer alguna metedura de pata sin vuelta atrás.

Y así, llegamos al ecuador de la Liga y el balance es bastante esperanzador, expresado en la que ya es conocida como la ecuación Ríos:

" -13,5 puntos en 5 rondas; ergo, otros 13,5 en otras 5 y permanencia muy probable.

  - Vale, pero te olvidas que son 11 rondas.

  - Y tú de que una de ellas es contra Marcote..."