En recuerdo de Fernando Prada (1931-2008)

El jueves 17 de julio falleció en La Coruña el Maestro Nacional Fernando Prada Rubín, miembro de nuestro club y uno de los mejores ajedrecistas que ha dado nunca nuestra ciudad. Durante varias décadas mantuvo una actividad que le llevó a convertirse en una destacada figura a nivel nacional, batiéndose contra figuras históricas del ajedrez español como Pomar, Medina, Díez del Corral... para posteriormente realizar actuaciones de gran mérito en torneo frente a oponentes de alto nivel (partida Prada-Brito). Reconocido jugador de ataque, y amante impenitente de nuestro deporte, defendió durante varias temporadas los colores ExA, último club en el que militó tras la desaparición del equipo federado del Sporting Club Casino, al que estuvo ligado durante la mayor parte de su trayectoria.

Como la mayoría de jugadores de mi generación, el nombre de Fernando llegó a mis oídos mucho antes de conocerle físicamente; innegable leyenda en vida, no conocí de niño a ningún ajedrecista coruñés, fuese cual fuese su estilo y su nivel con los trebejos, que no conociera su nombre, como tampoco a ninguno que no lo pronunciase con una fuerte carga de respeto y admiración. Cuando finalmente conocí al hombre que vivía detrás de esa leyenda, pude comprobar lo sencillo que le resultaba despertar tales sentimientos: por más que un aire de eterna timidez le acompañara, la modestia y generosidad que me demostró en cada ocasión eran motivos más que suficientes para hacer despertar la simpatía, creo, en todos quienes fue encontrando a su paso. Deportivamente fue un jugador de raza y un oponente temible, sobre todo en las posiciones agudas, y realmente fuerte en aquellas aperturas que conocía bien y le permitían desarrollar toda su inventiva y su habilidad para el juego de ataque.

Fernando era un deportista con un alto espíritu de lucha, lo que le convirtió en un gran competidor y también le provocó, creo, cierta frustración al ver cómo el paso de los años le hacía cometer errores con mayor frecuencia en aquellas partidas que se alargaban demasiado; en las temporadas que pasó defendiendo los tableros ExA, lejos de verse a sí mismo como puntal y ejemplo - que era como le veíamos los demás - no fueron pocas las veces en que pidió disculpas al equipo por los fallos que en ocasiones cometía. En esas tardes, no había más que echar un vistazo a su cara para entender que su desilusión era real y profunda; del mismo modo, disfrutaba como un juvenil cuando lograba producir alguna buena partida, no sólo por obtener el punto en disputa sino por las bellas variantes creadas. En tales casos, no alardeaba de su juego (nunca le vi hacer tal cosa), pero sí dejaba escapar una alegre sonrisa satisfecha cuando le felicitaban.

Durante los 20 años en que nos tratamos, Fernando siempre mostró hacia mí su respeto habitual, e incluso creí percibirle cierto cariño en el trato que me llenó de orgullo y que espero haya sabido transmitirle que era recíproco. Fernando y yo nos cruzamos tres veces en los tableros: en las dos primeras logré vencerle en luchas altamente azarosas, donde un punto de suerte en los momentos decisivos acabó por darme el triunfo. No entendí la talla competitiva de Fernando hasta la tercera vez que nos cruzamos (partida Magic-Prada), en la que, tras regalarme una paliza monumental, sin un átomo de arrogancia no pudo retener un sincerísimo 'Esta vez no te me escapaste', que, lejos de pretender humillar al derrotado, me hizo sentir como aquel joven Tal al que Fischer refirió la misma frase muchos años atrás (y que Tal me disculpe). Y pude comprender que la revancha sanaba en parte las dos derrotas previas, que aún ardían de manera inevitable en la memoria del gran jugador, pese a haberse producido años atrás.

Fue un honor compartir viaje, Maestro. Gracias por todo.