Liga 2008. 1A . Ronda 7: Mercantil de Ribeira, 2 - ExA, 2

Tras haber empatado con SAFA B habiendo tenido la victoria en las manos, afrontamos este nuevo reto en Ribeira con muchas ganas. Los “elegidos” esta vez fuimos Alfredo, Manolo, Pousi y yo. Salimos de nuestra sede oficial cuando jugamos fuera, es decir, del Zas de Rey, en el maravilloso “buga” de Alfredo y nos dirigimos ¿raudos y veloces? hacia Ribeira. Sin embargo, no contábamos con un pequeño detalle… la Vía Rápida del Barbanza estaba cortada por obras y tuvimos que ir por la carretera antigua (más que nada era porque queríamos estar más tiempo juntos, no por otra cosa)… Así, llegamos un pelín tarde, pero bueno, tuvimos la santa suerte de que el primer tablero de ellos tampoco había llegado, así que todo correcto. A todo esto estábamos concienciados para dar un sorpresón y ganarles en su casa, aunque, como se verá, no nos fue posible, por desgracia. Al ver el equipo rival comprobamos como Manuel Barros no jugaría, lo cual dio que pensar pues la última vez que se había enfrentado con el Sr. Arias se había llevado un buen varapalo. Decir también que, no sé si era premeditado o no, el camarero dejó bien claro que lo suyo no era el ser simpático, ¿sería para desconcentrar? Todo estaba dispuesto para el comienzo de la ronda.

Cada uno de nosotros desenvainó su espada y empezó su lucha particular. La verdad es que conforme iban transcurriendo las jugadas todos nosotros teníamos posiciones bastante sanas, algunas con más chances de victoria, otros con menos, pero con posibilidades, sin duda. Alfredo aguantaba su posición haciendo un jugada única tras otra (o casi) con negras contra un jugador fuerte como Eduardo García Brión. Manolo, por su parte, no quería quedar a la zaga de nuestro primer tablero, y pronto consiguió un peoncito de ventaja que sabía a gloria. Por su parte, Dani, tenía una posición algo inferior, aunque todos conocemos al Niño y sabemos que puede sacar petróleo de cualquier lugar. Por mi parte, pues decir que no me quise complicar en la apertura y entré en una línea conocida para mí. Todo siguió por sus cauces normales, aunque conforme iba pasando el tiempo, comprobamos como no era del día de nuestro tercer tablero, quien sería el primero en abandonar (le habría que preguntar cómo aguanto el suplicio de escuchar el continuo runrún, inconsciente espero, de las piernas de su rival). Alfredo, por su parte, viéndose favorecido por un error de Eduardo, logró llevar a cabo una combinación que le llevó a alcanzar la victoria.

Tras el 1-1 provisional todo quedaba en manos de Manolo y de mí mismo. El más veterano de nosotros cuatro poseía ventaja en la partida además de un peón a mayores y yo conseguí dama por dos caballos después de que uno de mis “burros” hiciese de las suyas. Mi partida estaba bien encarrilada y la de Manolo en principio también, aunque, tras haber cometido un error impropio en él y tras haber rechazado una oferta de tablas de su rival, condicionado por sus apuros de tiempo, acabó cediendo el punto. El cuarto tablero ribeirense pronto se vio en clara desventaja y abandonó.

Para no tener que soportar el tortuoso camino de ida, decidimos probar otro itinerario y cogimos la carretera de Noia. Aunque no puedo negar que el estado del asfalto era bastante bueno, debemos tener complejo de aventureros porque la vuelta que dimos fue considerable (puro masoquismo, vamos).

Decir que, a pesar de haber tenido posibilidades de ganar el encuentro, el resultado obtenido fue bueno, lo cual era necesario para subir nuestra moral, algo decaída tras los últimos envites. Sin embargo, Manolo no estaba para nada satisfecho de su rendimiento y concluyó que su venganza se cerniría sobre sus próximos rivales… Confiemos en ello.